sábado, 31 de marzo de 2007

Mi vida sin mí: extracurricular (II)

La última vez hablé de la actividad extraescolar a la que nos dedicamos más a menudo los estudiantes de Traducción: los idiomas. Sin embargo, existen otras varias materias en las que podemos gastar nuestro tiempo y, aunque en principio no parezca que tienen mucho que ver con nuestra carrera, queremos dedicarnos un poco a ellas.
En primer lugar, ya que hay que completar ciertos créditos de libre configuración, lo más sensato sería elegir alguna asignatura, curso o seminario que nos interese y que, además, nos permita ventilarnos esos créditos. Hay para todos los gustos. Cuando me matriculé en la universidad me fascinó (por decirlo finamente) la cantidad de asignaturas «raras» a las que puede apuntarse uno. Tardé en decidirme. Tardé todo el verano en decidirme. Deseché los idiomas (como el seductor Finés) por motivos que ya conté anteriormente y al final me quedé con un par de asignaturas de Filología Clásica que, al igual que apasionantes son también pesadas (a mí entender), pero aún no me he rendido. No sé si en todas las universidades te dan la opción de cursar este tipo de asignaturas en el primer ciclo, yo hablo sólo por mi experiencia en la Autónoma de Madrid. Supongo que no será tan fácil para los que vayan a facultades de Traducción muy alejadas del campus principal. No me he dedicado a investigarlo, la verdad. Se puede encontrar de todo: asignaturas y seminarios de todos los colores, formas, sabores, olores y hedores. Por ejemplo: «Pensamiento griego clásico y cómo acabar con él», «U2 y Schopenhauer», «Movimiento minimalista: un boli bic y ya está», etc.
Si quieres salir de la universidad de una vez y formarte (o divertirte) por tu cuenta, hay muchos cursos que organizan los ayuntamientos en los centros culturales, escuelas de música, casas de la juventud, universidades populares… Si estás bien informado de lo que se oferta puedes encontrar algo que te interese, aunque el horario no siempre te va a venir bien (no se puede tener todo). Yo durante un tiempo (un corto, corto tiempo, más bien) asistí a clases de pintura en un centro cultural y, últimamente, he estado aplicando aquella experiencia a la traducción ya que «esto no es una pipa» amigos míos, por lo tanto «a pipe» no tiene por qué ser «una pipa»… da que pensar. También aprendí en esas clases mis primeras palabras en alemán: Der blaue Reiter y Die Brücke (bendito Expresionismo). En cualquier caso, la cultura siempre nos viene muy bien: cuanto más sepamos menos tendremos que documentarnos, cuanto menos nos documentemos más tiempo ganamos y, cuanto más tiempo, más dinerito, o simplemente más tiempo libre (pero es que el tiempo es oro)
Existen también otro tipo de actividades anexas a ciertas asociaciones. Si te gustan los pájaros, te unes a la Sociedad Española de Ornitología; si te gustan los líquenes, a la Sociedad Española de Liquenología; si prefieres a los toros, a la Sociedad Antitaurina Europea; y si no te gusta nada de esto, pues montas tu propio club en el que no puedan entrar chicos o algo así. Lo importante es poder dedicarte a tus aficiones, conocer a colegas, pasártelo bien y (aunque quede un poco cursi) aprender algo.
Por último, digo yo que me toca comentar algo sobre los deportes: si queréis hacer ejercicio, pues lo hacéis, pero a mí nadie me va a obligar a ello. En fin, no debo ser tan dura con los deportistas, ya se sabe: «Mens sana in corpore sano». En cualquier caso, haced el favor de practicar un deporte de verdad, como correr, nadar o jugar al fútbol, porque: pilates (?), bodybalance (??), just pump (???)… ¿qué es todo eso, por Dios? O mejor aún, practicad «sillonbol» que al menos no causa agujetas.

Un saludo y feliz Semana Santa. Recordad que estamos en abril, no en agosto, así que no volváis de las vacaciones quejándoos de que os ha hecho mal tiempo.

Irene Igualada Baeza

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viernes, 30 de marzo de 2007

¿De dónde viene y a dónde va la licenciatura en Traducción e Interpretación? (II)

Bueno, este post es continuación del primero que se publicó hace un par de semanas, en el que hacemos un repaso general de la evolución de la carrera, desde sus inicios, hasta el proceso de Bolonia, con todo lo que podrá implicar en el futuro.

Para refrescaros la memoria, en el último post nos quedamos en que a principios de los 90 se aprueba por fin el plan de estudios de la carrera y la carrera se consolida. En la década de los 90, nuestra carrera, que prácticamente era desconocida (aún hoy nos confunden con "¡ah! esos estudios para ser actriz, ¿no?”), empezó a experimentar un auge en la demanda de acceso. ¿Qué significa esto? Pues que muchos estudiantes se decidían por TeI al terminar la secundaria, con el resultado de que mucha gente no podía acceder, ya que no había, ni hay aún hoy, plazas para todos los que se sienten llamados por esta carrera.

Así, en el plazo de 15 años, se pasó de menos de 10 facultades públicas y privadas a un total de 25 que tenemos en la actualidad (¡¡unos 1500 licenciados por año!! y la cifra sigue creciendo). La evolución es probablemente la más intensa entre todas las carreras. Lo que antes era una carrera minoritaria, ahora ya no es tal. No obstante, el acceso a los estudios sigue siendo restringido, como sabemos, porque en algunos centros se lleva a cabo una criba por nivel de lengua, mientras que en otros, se entra por nota de corte de secundaria. Actualmente, la carrera de TeI, debido al sistema de numerus clausus (oferta vs. demanda), da los máximos de corte casi todos los años en alguna universidad, con un perfil de estudiantado de alto rendimiento, que accede a la carrera con notas de no menos de 8. (¿Cuánta gente se puede estar quedando fuera?!)

Uno de los motivos por los que la carrera tiene tanta demanda, es por que la gente se la imagina como una formación aplicada a las necesidades de la sociedad y del mercado de trabajo, es decir, porque tiene un enfoque práctico, porque nos enseña un oficio real y fácilmente identificable: el de traductor y/o intérprete. La gente se siente atraída por TeI frente a la opción de las filologías porque asocian las filologías con la única salida profesional de la docencia y con contenidos más teóricos o abstractos (no quiere decir que esto sea realmente así, pero en una encuesta realizada en 2005, vimos que eso es una creencia asentada). La carrera de TeI les parece más "moderna", por ponerlo de algún modo. Lo cierto es que, clichés aparte, la formación sí proporciona al licenciado una serie de capacidades que facilitarán su inserción laboral. La carrera tiene unos índices de inserción más que alentadores, ya que se encuentra entre las que tienen una mayor proporción de licenciados empleados poco tiempo después de terminar los estudios (esto se desprende de diversos estudios de seguimiento de licenciados, de varias universidades). Ahora bien: no todo el mundo conseguirá ser traductor y/o intérprete, porque la proliferación de centros de TeI ha dado lugar a un proceso de saturación en el mercado. Es decir: la carrera responde a la demanda de acceso, pero parece que no tanto a la demanda de especialistas que hace el mercado. Así funciona la universidad española, en otras carreras también: periodismo es un clarísimo ejemplo de esta falta de previsión. Esta lectura negativa, no lo es tanto en nuestro caso, si tenemos en cuenta que los principales elementos de la formación que recibimos (idiomas, tecnología-informática, movilidad, autonomía de trabajo y trabajo en equipo por igual, capacidad de familiarizarse con nuevos temas de forma rápida –documentación, procesamiento de información- (capacidad de aprender rápido), etc.) coincide casi punto por punto con lo que las empresas buscan. Es decir, con una perspectiva flexible del futuro profesional, los estudiantes sí siguen teniendo buenas bazas de encontrar buenos empleos en los que poner en práctica sus capacidades (comercio exterior, relaciones internacionales, etc., además de traducción/interpretación, localización, docencia, etc.).

En fin, volviendo al plano “histórico-analítico”, esta época de consolidación (90’s) y, en cierto modo, "auge" de los estudios de TeI, coincide en el tiempo con lo que se ha venido a llamar la “crisis de las filologías”. Esta supuesta crisis tiene que ver con la idea de "rentabilidad" aplicada al sistema universitario. Resulta que para los administradores de la educación, si la carrera no se masifica, no es rentable. A mi esta idea me espanta bastante. Por eso proliferan ahora las facultades en TeI, porque la gente las solicita, pero no necesariamente porque lo requiera la sociedad. De hecho, mucha gente las solicita para manejar los idiomas de forma práctica, en el mundo de la empresa, pero no necesariamente para ser traductor o intérprete. Creo que el problema no es si las filologías deben o no deben subsistir, sino que probablemente sea necesaria una diversificación de la oferta de carreras en las que los idiomas juegan un papel importante. Personalmente, echo de menos, y creo que el mercado también, que hubiera títulos del estilo de Lenguas Aplicadas o Comercio Exterior (empresariales con enfoque de internacionalización de la empresa + idiomas). Y me parece ridículo plantearse la desaparición de las filologías, porque no se debe olvidar que si desaparecen, solo quedaríamos tres tipos de profesional con lenguas: traductores/intérpretes, maestros de inglés o francés para primaria y diplomados en turismo. De ser así, nos quedaríamos sin especialistas en la docencia de lenguas universitaria y sin prácticamente ningún especialista en otras lenguas que no fueran inglés y francés (alemán, italiano, ruso, árabe!!, chino!!, etc…). Bueno, es probable que haya que modernizar o reenfocar o mejorar las filologías, pero no creo que la solución sea eliminarlas, porque no tengan tanta demanda de estudiantes.

En el próximo post me gustaría seguir tratando otros aspectos sobre la situación actual de la carrera y recibir comentarios vuestros sobre aspectos generales positivos y negativos que detectéis (no específicos de un centro, sino de los estudios en general). Una vez cerremos este capítulo, pasaremos a analizar entre todos qué pasará con los estudios en el proceso de Bolonia.

¡Saludos!

Elisa Calvo

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miércoles, 28 de marzo de 2007

Traducción jurada

¿Qué es? Es lo que me pasó por la cabeza cuando me hablaron por primera vez de ese tipo de traducción. Eso fue el año pasado. Unos compañeros de clase estaban hablando de cómo haríamos para convalidar las asignaturas para conseguir el título de traductor jurado. Me quedé con la boca abierta, y como había tenido una mala experiencia con una traducción que contenía términos jurídicos, me negué rotundamente a cursar cualquiera asignatura que contuviese la palabra “jurídico/a”. Hasta que le eché una ojeada al horario de quinto (o sea este año) y vi que “Tradución de textos xurídicos e administartivos” era troncal… No dormí en todo el verano…

Pero lo cierto es que ahora estoy muy agradecida de que sea obligatoria. Pues, me doy cuenta de que no es tan difícil como pensaba que sería. Es cierto que hay que conocer los sistemas jurídicos de varios países, pero no es el fin del mundo. ¿Acaso no es necesario saber de todo para ser traductor? Además es una traducción de la que viven muchos profesionales, pues la traducción de patentes, de títulos académicos, entre otros, es muy demandada.

Ante todo, ¿de qué va la traducción jurada? Si no me equivoco, y si lo hago, corregidme, se trata de una traducción sellada y oficial. Por lo tanto tiene que estar “perfecta”, ahí no vale eso de “bueno, lo entenderán así” (¿quién nunca pensó algo así?J), pues tiene que ser exacta fidedigna al original.

Para ser traductor jurado en España, se necesita cursar un número de créditos determinados de traducción económica, jurídica y administrativa, así como 9 créditos de interpretación consecutiva y otros 9 de simultánea. Don’t worry!!! ¡No es obligatorio luego ser intérprete jurado! Cada uno pide el título que quiere, si quiere ser solamente intérprete jurado, traductor jurado o los dos. Hay universidades (como es el caso de la Uvigo) donde las asignaturas y los créditos necesarios para ser traductor jurado son obligatorios, así que al acabar la carrera sólo tenemos que ir a “reclamarlo”. De todos modos las demás universidades deben de informar sobre este tema, y siempre hay posibilidad de cursar los créditos necesarios de alguna manera. Eso depende de las universidades. Así que informaos bien.

Sólo se puede conseguir el título de traductor jurado en la combinación de lenguas cursadas en la carrera. Este año sale, por primera vez y después de llevar 10 años aprobado, el examen para ser traductor jurado de español-gallego. Hay que estudiar por propia cuenta, pero vale la pena. En Catalunya ya llevan años haciendo exámenes de este tipo para el catalán. Desconozco la situación de Euskadi.

Una vez obtenido el título de traductor jurado, podremos, obviamente, hacer traducciones juradas. Pues haremos parte del grupo de profesionales que “pueden dar fe de algo” (sí, sí, como el Luisma en Aída). Hay que hacer un sello para estampar en todas las páginas de la traducción jurada, siempre debidamente acompañado de nuestra firma y en papel de Estado (0,03 €/papel). Estos papeles están numerados por lo que SIEMPRE hay que vigilar que los números vayan seguidos y en orden.

El precio de las traducciones juradas varía, como acontece con todas las traducciones, como ya he comentado en mi primer artículo. Os aconsejo cobrar los precios establecidos, nunca menos por ser novatos (siento repetirme, pero es muy importante). En Galicia cobran un mínimo de 25 euros (alrededor de 300 palabras), después se cobra 0,09 €/palabra. Eso varía, por supuesto, como ya he mencionado anteriormente.

La traducción jurada me parece una profesión muy interesante y mejor remunerada que las otras. También es cierto que tiene que ser mucho más meticulosa. Ahora os toca elegir a vosotros.

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domingo, 25 de marzo de 2007

Interculturalidad: USAL vs UCO

Voy a empezar mi pequeña revisión de la interculturalidad en las distintas facultades de T&I con una comparación entre la de Córdoba y la de Salamanca, y analizar así los inconvenientes o ventajas con respecto al tratamiento de la interculturalidad en los estudios de traducción, de una facultad nueva y otra de larga tradición y renombre.

Si consultamos la programación de ambos centros, encontramos en el segundo curso de la Universidad de Córdoba (UCO) una asignatura obligatoria llamada “Intermediación Cultural” que según lo que se dice en su programa es justamente lo que ando buscando, explicaría conceptos básicos necesarios para desarrollar esta actividad, y daría al alumno una base sobre la que empezar a desarrollar sus habilidades como mediador. El único inconveniente que encuentro es el hecho de que al ser este curso la primera vez que se imparte en la UCO, no tengo ni opiniones definitivas, ni resultados aclaradores acerca de los resultados obtenidos de ella, así que sólo diré que parece que han acertado con esta asignatura. Me parece acertado el haberla considerado obligatoria, pero sería aun mejor darle carácter troncal, ya que debe ser parte fundamental de la formación de cualquier traductor.

Si miramos el programa de la Universidad de Salamanca, no encontramos ninguna asignatura que se relacione con la interculturalidad, ya que sus asignaturas parecen más centradas en la traducción y la interpretación. Esto puede ser debido a que la necesidad de la mediación como parte de la formación de los traductores es nueva en España, y en universidades como la de Salamanca, no se han llegado a introducir aun asignaturas que llenen este vacío.

También me parecen acertadas otras asignaturas de la UCO como “Política internacional contemporánea”, con la que se aportaría al alumnado una noción básica sobre las políticas de las diferentes naciones; “Cultura y civilización de los países anglófonos”, optativa de segundo, o “Cultura y civilización de los países francófonos”, optativa de tercero, ofrecen una visión más detallada sobre la cultura de los países en los que se habla la lengua de especialidad de la carrera, de la que se nos supone más formación, y con la que trabajaremos más a menudo. Es posible también elegir como optativa en cualquiera de los cursos “Cultura de los países árabes”, asignatura recomendada y útil para los estudiantes de dicha lengua.

Por el contrario, no he podido encontrar en la programación de la Universidad de Salamanca ninguna asignatura que se relacione con la cultura de los países de la lengua especialidad de la carrera, y tampoco con la actividad mediadora, por lo que no parece que se forme suficientemente en cuanto a mediación a los estudiantes de ésta.

No sabemos aún si los estudiantes de T&I de la UCO terminaremos bien formados como mediadores culturales, debido a la ausencia de promociones en las que comprobar los resultados, pero después de esta pequeña revisión a la programación, creo que por lo menos se ha intentado crear un temario que persiga este fin ¡en unos años lo veremos!

Yaiza Rojas

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sábado, 24 de marzo de 2007

VI Encuentro Nacional de Estudiantes de T&I (ENETI)

Se celebrará el próximo 23 y 24 de Abril, en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante. Si estáis considerando la posibilidad de acudir, quizá os animéis ante la idea de que el alojamiento os puede salir gratis. La UA ha puesto en marcha un programa de alojamiento para los asistentes que van desde fuera de Alicante, que podrán pernoctar en casas de alumnos de la UA.

Podéis encontrar más información al respecto y el programa completo del evento aquí. Nos gustaría reclutar a algún asistente al evento para que "retransmitiese" los diferentes actos desde nuestro blog. Si alguien está interesado, por favor que se ponga en contacto con nosotros a través de tradublog@gmail.com.

Un saludo!

Olli Carreira

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Teoría del Lenguaje Literario

Hace dos días que comenzó oficialmente la primavera. ¡Qué bonito! Qué fechas tan entrañables en las que todo el mundo (aunque sea inconscientemente) se ve poseído por un espíritu rematadamente cursi y ñoño, a través del cual todo se ve bonito, bucólico y pastoril (sí, como un inevitable espíritu garcilasiano que nos preside desde marzo hasta ya entrado el mes de junio)

A pesar de todos los tópicos manidos que tiene esta época del año no todo es así: comienza el buen tiempo (aunque este año la estación haya entrado con nevadas y temporales en el norte y un invierno descafeinado por aquí por Andalucía), se puede salir a la calle sin envolverse en capas y capas de abrigo ni temer por la deshidratación (circunstancia que en menos de dos meses ya comenzará a notarse aquí abajo) y, quien más quien menos, coge de vez en cuando un libro para leerlo bajo el suave sol de estos meses (para seguir con el tópico del locus amoenus en el que todo invita al descanso y tranquilidad)

Hace algo menos de nueve meses, cuando abría un libro, fuera del género que fuera, simplemente lo leía y, para ponerme a prueba, intentaba traducirlo a alguno de los idiomas que controlo. Ahora no. Ahora me planteo una serie de problemas, desde equivalencias hasta el respeto por el uso del vocabulario en la lengua meta, para adecuarlo a la época histórica y al movimiento literario del original, por nombrar sólo algunos.

Puede que estos problemas me hubieran surgido de manera más o menos espontánea cuando me hubiera tenido que enfrentar directamente a una traducción literaria (porque estamos de acuerdo en que a nadie se le ocurre traducir utilizando los mismos vocablos y formas un soneto de Shakespeare que un relato de Poe), pero quizás no podrían llegar a la profundidad necesaria si no hubiera tenido una asignatura que me introdujera en esta problemática de manera más directa: Teoría del Lenguaje Literario.

El temario se fundamenta en el estudio (teórico y práctico) de los diferentes posicionamientos respecto a la teoría literaria a lo largo de la Historia, la evolución del pensamiento literario y el reflejo de este hecho en las formas literarias de la época concreta de cada movimiento. Se trata de una asignatura cuatrimestral de carácter obligatorio en la Universidad de Córdoba, en primer año de TeI y que es anual en segundo año de las filologías impartidas por la UCO.

El hecho de que la asignatura se imparta tan sólo durante un cuatrimestre obliga a constreñir el temario para poder abarcar todo el espectro de la evolución del pensamiento literario (desde Aristóteles hasta Jakobson, pasando por Sainte-Beuve y los románticos ingleses), aplicando todas las características de cada una de estas formas de ver el arte de la Literatura como una guía a tener en cuenta para ser respetuoso a la hora de traducir.

Un aspecto interesante de las prácticas de Teoría del Lenguaje Literario es el trabajo con ejemplos bilingües de los textos que han de compararse y a analizarse, es decir, el trabajo con los originales y su traducción al castellano, lo que posibilita la observación de los métodos que el traductor ha seguido para la resolución de los problemas que se le han podido presentar a la hora de conservar una figura retórica en la lengua meta, amoldar un vocablo a las connotaciones que son necesarias en ese contexto concreto o su respeto por el estilo del original, por ejemplo.

El programa teórico, a parte de con análisis de textos y su comentario, se acompaña con una serie de lecturas obligatorias, que servirán para aplicar el contenido de la asignatura a la hora de comprender la estructura, forma, estilo, contenido e intencionalidad de las obras, pues son ejemplos magistrales de alguna de las teorías literarias explicadas en clase.

Esta asignatura, junto con Lingüística Aplicada a la Traducción y los idiomas extranjeros (evidentemente), es una de las más enfocadas directamente al objetivo central de la licenciatura y que (hablo desde una visión tan sólo de estudiante de primero) más puede servir para situarse de cara a una traducción, en este caso, literaria que, en cursos sucesivos se verá ampliada y complementada con la formación en otros tipos de traducción y en interpretación.

Un saludo.
Ildefonso Laguna.

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jueves, 22 de marzo de 2007

Una cuestión de método

Los métodos empleados en la enseñanza de idiomas han sido muchos y variados a lo largo de los años. Nos encontramos, por ejemplo, con el método de gramática-traducción, muy empleado en la enseñanza y el aprendizaje de lenguas clásicas como el latín o el griego.

Otros métodos como el directo, también conocido como método natural, parten de la idea de que una lengua extranjera puede aprenderse del mismo modo que un niño aprende a hablar, es decir, sumergiendo al alumno en situaciones lingüísticas dentro de contextos reales. Algo se podría decir también del método audiolingüísitico de Skinner que se basa en la repetición de frases de utilidad inmediata que el alumno, movido por un estímulo, aprende a imitar y traducir.
Sin embargo, de todos ellos, uno de los más empleados en la actualidad es el llamado método comunicativo, aquel que sostiene que la principal finalidad del aprendizaje de una lengua, ya sea propia o extranjera, es el aumento de la competencia comunicativa. Se trata, por tanto, de un enfoque que, por encima de todo, pretende desarrollar en el alumno competencias lingüísticas orales y escritas tanto de compresión como de producción.

El empleo de un método u otro depende en gran medida del concepto que se tenga de lengua y del objetivo que se persiga con la enseñanza del idioma. En la actualidad, el hecho de que se entienda la lengua como un fenómeno social que se utiliza para la comunicación hace que sea el método comunicativo el más empleado. No obstante, esta moda de los métodos pasa relativamente pronto, si no pensad en todos aquellos profesores que alguna vez os han dado clases de idiomas y veréis como en varias ocasiones han empleado metodologías diferentes.

Personalmente, no creo que unos métodos sean mejores que otros, quizás sólo sean más acertados que otros en determinados aspectos. Una vez escuché decir a alguien, bastante ducho en esto de la didáctica de las lenguas, que el mejor método es uno ecléctico, que contenga los aspectos positivos de cada enfoque válido.

Podemos decir, por tanto, que existen aspectos que siempre tendrían que incluirse en un enfoque metodológico; y uno de los más importantes, al menos a mi juicio, es la enseñanza de las destrezas orales; las destrezas relativas a hablar y a escuchar la lengua extranjera.
Como futuros traductores e intérpretes necesitamos dominar la lengua en sus registros oral y escrito al mismo nivel.

En las aulas de T&I, las destrezas escritas, es decir, la escritura y la lectura, se practican y trabajan con mucha más frecuencia en detrimento de las destrezas orales. Esto puede deberse al excesivo número de alumnos (en ocasiones hasta 100) que dificulta notablemente la puesta en práctica de actividades de carácter oral; a las malas condiciones acústicas de las aulas; o a que quizás sea más fácil trabajar con otro tipo de actividades como las típicas de rellenar huecos, leer textos para contestar preguntas, traducir párrafos u oraciones de un idioma a otro etc.

No digo que no debieran hacerse, pues son necesarias, pero en ocasiones abarcan toda la clase sin que al alumno se le permita el ejercicio de otra destreza oral que no sea la de escuchar al profesor hablar en la lengua extranjera, lo que es de agradecer a todos aquellos que se esfuerzan en hacerlo.

Tampoco digo que los docentes no se preocupen por ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad para hablar y escuchar el inglés, el francés, el alemán… sólo digo que la enseñanza que recibimos sobre éste aspecto puede ser insuficiente, bien por la escasez de tiempo, el elevado número de alumnos etc., lo cual se antepone a sus buenas intenciones.

Por esto pienso que es necesario que nosotros, los alumnos, también pongamos de nuestra parte e intentemos escuchar y hablar las lenguas que estudiamos todo lo posible.
Además de las academias, cursos de idiomas en el extranjero y las conocidas becas erasmus y de lectorados, existen múltiples cosas que podemos hacer desde casa con la ayuda de alguna tecnología que otra:
-ver las noticias y programas en canales extranjeros
-sintonizar emisoras de otros países, existen diversos programas de radio a través de Internet que nos dan acceso a casi cualquier emisora del mundo (e.g: screamer radio)
-ver películas y series en versión original, los dvds son un recurso excelente para esto último (recordad que poner los subtítulos en español no sirve de nada)
-apuntarse a programas de intercambio con estudiantes extranjeros; en la Universidad de Córdoba hay uno con alumnos norteamericanos muy interesante
-acercarse a las fiestas erasmus
-hablar con los estudiantes extranjeros que haya en clase en su idioma
-ir al cine para ver películas en versión original

Si no encontráis nada de esto, siempre os podéis acercar al casco antiguo de vuestra ciudad y buscar algún guiri despistadillo con el que entablar conversación.

Un saludo y hasta otra,

Inmaculada Prieto

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martes, 20 de marzo de 2007

El Síndrome del Bosnio

Los programas de movilidad son recursos escasos, pues suponen una gran inversión de dinero, tiempo y trabajo. Por tanto, deberían ser tratados como tales. En T&I esto es indiscutible, pues en muchos casos son la única vía para muchos estudiantes de marchar al extranjero y perfeccionar el idioma.

Desgraciadamente, en un gran número de ocasiones, las estancias en el extranjero se plantean como vacaciones (pagadas por los fondos públicos o no) por los estudiantes que toman parte en ellas. En algunas ocasiones esto se debe al propio estudiante en sí (aunque si se trata de un programa pagado por sí mismo, allá el. El problema es cuando este se paga con fondos públicos). Sin embargo, en un gran número de ocasiones, esto se debe a lo que servidor llama el Síndrome del Bosnio.

Este Síndrome hace referencia a la tendencia de todos los estudiantes que, al marchar al extranjero, tienden a formar grupos con otros estudiantes de su misma nacionalidad (o que hablen el mismo idioma). El término fue acuñado por el director de International House Málaga, cuando intentaba vender un paquete vacacional (sin éxito) a este que os escribe. La frase que recoge el meollo de la cuestión es la siguiente:

“Olli, cuando te vayas a Londres, a Roma o a París, lo más importante es recordar en todo momento, que si te preguntan, tu eres bosnio. Y si te encuentras a otro bosnio, tú eres de la parte serbocroata. Y si te encuentras con un bosnio serbocroata… pues ya tienes mala suerte tronco”


Anécdotas aparte, lo importante cuando se marcha durante una temporada a otro país, es que se hace con un objetivo que debe ser muy claro. Lo primero (idealmente) es aprender o mejorar la lengua del país del destino, y después todo lo demás.

Nosotros, españolitos de a pie, tenemos dos grandes inconvenientes que nos predisponen a sufrir Síndrome de Bosnio. El primero es esa “vergüenza” de hablar en otro idioma, y de que se rían de nosotros, algo indudablemente muy hispano. Esto causa el segundo, que es agruparse en comunidades de hispanohablantes más o menos cerradas, que en muchos casos no tienen contacto con estudiantes de otras nacionalidades.

Como en todo, el Bosnio se da en mayor y menor grado. Hay quien se ha marchado un año a Alemania y ha vuelto con un alemán aun peor del que tenía al partir de la casilla de salida. Y otros que han renegado de hablar español y han conseguido mejorar (de una vez por todas) la lengua en cuestión.

Con esto no quiero decir que, una vez en el extranjero, reneguemos de patria y lengua, como corsarios de la pérfida Albión. Sin embargo, es importante tener en cuenta que se va a aprender un idioma y una cultura nueva, y no las variedades autonómicas del botellón contadas por sus respectivos representantes. No es una cuestión de opciones, sino ante todo de prioridades.

Recibid un cordial saludo de vuestro hermano en traducciones.

Olli Carreira

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sábado, 17 de marzo de 2007

Apuntes sobre la situación de la enseñanza de TeI

Para empezar, destaco este fragmento que, aunque no es muy reciente (2000), me parece interesante y válido. Seguro que somos muchos los que nos hemos preguntado alguna vez qué criterios siguen los profesores para corregir un examen de traducción (tan subjetivas, a veces, las razones...).

“The method of penalization of errors must be previously established, using clear criteria, and placing emphasis on the lack of coherence, especially regarding meaning and sense, whether it is due to faulty translation, missing items or the wrong application of lexical, semantic, grammatical, graphemic and/or cultural transfer. I suggest being drastic with text omissions, but I find it important to point out to the students all the positive aspects of meaning of her/his translation.” [CONSTANZA GERDING-SALAS, Teaching Translation: Problems and Solutions, Translation Journal, Volume 4, No.3 July 2000]

Con relación a lo que apuntaba en la publicación anterior, que tiene que ver con la fusión entre la Filología y la Traducción, me gustaría destacar la importancia de estudiar en profundidad todo lo que tenga que ver con las lenguas con las que trabajamos. Y cuando digo todo, es todo. He escuchado ya en varias ocasiones: “¿Para qué queremos saber quién fue el rey X del siglo Y?”, o “¿Para qué le servirá a un traductor saber lo que decía Saussure acerca del signo lingüístico? Pues bien, pueden tener razón o no, según cómo se mire. En mi afán interior de buscar la flaqueza y encontrar un remedio, me encuentro con un panorama poco alentador. Para tener un conocimiento amplio de todo lo que rodea a las lenguas en cuestión, hace falta esto y más. Ya que, en definitiva, la tarea del traductor es trasladarse al lugar de origen del texto, convertirse en un personaje más dentro de ese escenario e interpretar lo que allí sucede. O lo que es lo mismo, desenvolverse en ese territorio como en el suyo propio.

Ahora bien, ¿es posible aprender tal profundidad a lo largo de la carrera? Quizá sea escaso el tiempo. O quizá los medios sean insuficientes: es evidente que necesitamos más facilidades para la movilidad, ya que es indispensable para la calidad de nuestro trabajo (más y mejores becas, acuerdos internacionales, prácticas, etc.). También es evidente que las clases prácticas -muchas en nuestro caso- deberían tener un número de alumnos razonable. Muy por supuesto, esto se soluciona aumentado la plantilla de profesores, y no dificultando el acceso. Estamos cansados de escuchar que “a traducir se aprende traduciendo”. Por tanto, no es lógico que se tarde el doble de tiempo en traducir un texto porque la cantidad de alumnos sea el doble de lo debido. Así, el resultado final es la dominación de una o dos versiones, que se imponen sobre las demás voces silenciosas que no tienen cabida. De ahí la importancia de ampliar y cuidar al profesorado, tan mal valorado. Por favor, cuiden sobre todo a los buenos profesores, que valen por mil.

Me gustaría poner énfasis en esta última cuestión, porque considero muy importante recibir un número de horas prácticas (reales) suficientes. Necesarias para no salir a medias, para que la traducción y/o interpretación en la carrera no sea una simple muestra del mundo que nos espera, sino una experiencia lo más amplia posible para enfrentarnos con más soltura a la dura realidad. Ahora bien, ¿qué podemos hacer los afectados para solucionar esto? ¿cómo?

Aún no se han desbordado las conexiones en mi cerebro por tener que sacar adelante traducciones y más traducciones. Siento la necesidad imperiosa de buscar y rebuscar palabras, sentidos, expresiones; leerlas, releerlas, corregirlas, que me corrijan, darles forma, por arriba, por abajo, darles la vuelta; y aún se escapa otra palabra que no encaja, mimarla, dejarla reposar, y alimentarla hasta que dé su fruto deseado. Y después, por fin, sentir ese estado de plenitud incomparable. Pura pasión, que no se agote.

Un saludo a tod@s,
Guadalupe Muñoz.

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viernes, 16 de marzo de 2007

De donde viene y a donde va la licenciatura de T&I

Siendo este un primer post, lo suyo es comenzar repasando los orígenes de la carrera, para que aquell@s que estés interesad@s, podáis saber quiénes somos y de dónde venimos.

La traducción, como apunta Kelly (2000), es el segundo oficio más antiguo del mundo (no os será difícil recordar cuál suele identificarse como el primero). Pero su entrada en la Universidad española, por la puerta pequeña, no tuvo lugar hasta los años 70 del siglo pasado. Fue en 1973 cuando la UAB abrió la primera Escuela Universitaria de Traductores e Intérpretes, que ofrecía una diplomatura de tres años. Esta titulación es el germen de la actual licenciatura. Justo un año después, en 1974, se creó el Instituto de Traductores en la Universidad Complutense de Madrid, que ofrecía también estudios, aunque con una fuerte orientación filológica, y en el nivel del postgrado (es decir, tipo máster). En la misma década, la UGR ofrece la diplomatura (1979) integrando por primera vez la interpretación y, ya casi diez años más tarde, la Universidad de Las Palmas (1988) hace lo propio. (Me documento en distintas fuentes para contaros todo esto (Kelly, Mayoral, Mata Pastor, etc.) porque yo aún no había nacido o andaba en pañales). En esta fase de la historia de nuestra carrera, los estudios de TeI eran bastante diferentes de los que seguimos ahora:

· Profesorado: compuesto por expertos de filología, con mucha experiencia y/o interés en el mundo de la traducción, pero aún sin formación específica en TeI (ya que no existía), y/o por profesorado formado en escuelas específicas de TeI en el extranjero. Se puede decir que este profesorado se distinguió desde el principio por: defender la independencia de nuestros estudios de otras áreas más tradicionales como la filología o las humanidades; desarrollar trabajos que ayudaron a consolidar nuestra área; estudiar, hacer suyas y desarrollar las corrientes de pensamiento, investigación y docencia existentes en Traducción e Interpretación y, así, conseguir posicionar y consolidar los estudios. Tenían fuerte influencia de otros centros de TeI en el extranjero y aportaron nuevas ideas y sus ganas de trabajar mucho. Muchos de los que empezaron entonces constituyen actualmente el cuerpo de expertos en TeI que hay en nuestro país y, como contaremos en otros posts, no lo tuvieron del todo fácil.

· Contenidos: en los inicios, aún fuertemente influidos por las filologías, centraban las clases de traducción en estilística comparada y gramática contrastiva, ejercicios que hoy en día prácticamente han desaparecido de la práctica en clase en casi todos los centros. Las prácticas de traducción estaban aún muy ligadas a lo que se denomina "traducción pedagógica", es decir, la que se realiza con el fin de profundizar en el conocimiento de la lengua, pero no para aprender a traducir como se hace en una situación de trabajo real. La optatividad y libre configuración se realizaba en su mayor parte en las facultades de filología o afines y la carrera no era tan multidisciplinar. La poca duración de los estudios no permitía concentrarse en dos lenguas extranjeras, sino más bien en solo una, etc.

· Los diplomados: no podían acceder a Organismos Internacionales porque su título no era equiparable a los de cuatro o cinco años existentes en el resto de Europa.

· Los alumnos: la carrera era muy minoritaria, siempre se accedía por examen de entrada, basado en pruebas de nivel, como aún se hace en algunas facultades. Buena parte del estudiantado tenía un perfil que podemos considerar "bilingüe" (con familias de dos nacionalidades, o hijos de inmigrantes que había pasado buena parte de su vida en otros países), había más estudiantes de más edad (no recién salidos de secundaria, como suele suceder ahora) y la carrera distaba mucho de estar tan extendida y de tener el grado de acceso que tiene hoy en día. En aquella época, las notas de acceso no tenían tanta importancia, sino más bien el nivel de lengua.

· En 1991 se aprobó la conversión de la Diplomatura a la Licenciatura, gracias al enorme trabajo de los pioneros de la carrera y también a varios factores circunstanciales: la entrada de España en la UE hacía creer que se necesitarían más traductores e intérpretes y el reconocimiento (de buena o mala gana) por parte de las autoridades de la necesidad de diversificar los títulos que incluyeran las lenguas, introduciendo una perspectiva más moderna y aplicada a la práctica profesional.

Así, con la aprobación del primer plan de estudios de la Licenciatura, se consiguió que la carrera pudiera tener por fin independencia de otras áreas, con la creación y consolidación en las primeras universidades de los departamentos de Traducción, y se dio paso a la “adolescencia” de nuestros estudios, que, si os interesa, comentaremos en el próximo post.

Un saludo

Elisa Calvo

Para más info:

Kelly, D. [ed] (2000) La traducción y la interpretación en España hoy: perspectivas profesionales, Granada: Comares.

Mayoral Asensio, R., "Aspectos curriculares de la enseñanza de la traducción e interpretación en España," Aproximaciones a la traducción, 2000. En:

http://cvc.cervantes.es/obref/aproximaciones/mayoral.htm

Mata Pastor, M. “La formación de traductores en España: cuando no hay pan”. La linterna del traductor. vol. 2 (2002), pp. 19-27. http://traduccion.rediris.es/linterna2.pdf


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jueves, 15 de marzo de 2007

Mi vida sin mí: extracurricular.

Ya comenté que, a pesar de tener horario de tarde, todos los días tengo algo que hacer por las mañanas (relacionado o no con los idiomas). Se dice que los traductores (o futuros traductores) somos curiosos y que, debido a esto, y a la naturaleza de nuestra profesión (o futura profesión) ganamos siempre al Trivial, al Scattergories, al Tabú o al Palabras Cruzadas. Incluso alguno del gremio ha ganado algún que otro concurso cultural de la tele (ahora mismo me acuerdo de un tal Óscar que permaneció unos 70 programas en Saber y Ganar). En definitiva, esta curiosidad y ganas de aprender de otras disciplinas me lleva a mí y a muchos de mis compañeros a experimentar materias diversas.

En primer lugar, los cursos extraescolares más comunes entre estudiantes de Traducción son los de idiomas. ¿Quién no se ha llenado de entusiasmo pensando en la cantidad de lenguas extranjeras que uno puede aprender? ¡Japonés! ¡Ruso! ¡Árabe! ¡Chino! ¡Finés! Ahora mismo, de sólo pensarlo, me entran ganas de correr a una librería y hacerme con un manual de gramática de cualquiera de estos idiomas y estudiármelo, a ver si soy capaz de aprender algo autodidácticamente por una vez. Por esto, precisamente, más nos vale aceptar de antemano que no somos superhéroes y que no podemos compaginarlo todo. Aunque claro, si voy a Chino de 9 a 10 y salgo cuarto de hora antes, quizás me de tiempo a llegar a Árabe en la otra punta de la ciudad los lunes y miércoles; además, si no como los jueves, puedo ir a tres horas de japonés intensivo para permitirme una hora libre los martes antes de mis prácticas de conversación de Checo. Me mareo de sólo pensarlo. Mejor conformarme con las clases extras a las que es humanamente posible asistir. Quién tuviera el reloj aquél que consigue Hermione en el tercer libro…

En fin, yo me he centrado tan sólo en otro idioma fuera de la universidad, como mis compañeros (aunque alguno se atreve con dos lenguas, pero no más). No descarto, de todas maneras, estudiar otros idiomas más adelante. El ruso, por ejemplo, me atrae. Espero tener tiempo más adelante para aficionarme a él. Por cierto, ¿qué fue de la Universidad Élfica que iban a construir en la sierra de Madrid junto con un parque temático sobre Tolkien? Juré hace año y medio que cuando la inauguraran allí iba de cabeza y pienso mantenerlo. Quizás si consigo un título puedo especializarme en traducción castellano-quenya y así amplío horizontes profesionales hacia el mercado de los juegos de rol… Dejando aparte las bromas, creo que, aunque a los estudiantes de Traducción nos interesen mucho los idiomas, deberíamos centrarnos en uno sólo de momento. Es mejor anclar las bases de los estudios traductológicos primero, que ya habrá tiempo para lo demás.

En cuanto a cursar idiomas fuera de la Universidad (ahora toca un poco de información objetiva), supongo que casi todos nosotros sabemos buscarnos las castañas. Lo más fácil y común es acudir a una Escuela Oficial de Idiomas. Las hay en casi todas las ciudades pequeñas y, en las grandes (como en Madrid capital), se puede encontrar un gran abanico de lenguas para elegir. En las EOI los precios son públicos y suponen una gran ventaja frente a las academias privadas. No obstante, sólo unas pocas imparten clases por las mañanas, algo que a mí me viene muy mal. Otra opción para estudiar idiomas son las academias privadas que he nombrado antes. Hay que tener cuidado a la hora de elegirlas, aunque si uno es bastante trabajador y autodidacta se apañará con lo que sea. Yo me fío más de las conocidas y de las que ofrecen títulos válidos internacionalmente (como las que ganaron el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2005: Alliance Française, British Council y Goethe Institut, entre otras). Son bien caras, claro. Como he dicho antes, si eres trabajador, puedes arreglártelas con cualquier tipo de curso e, incluso, avanzar un poco en el idioma por tu cuenta. Por último, la tercera opción para estudiar idiomas fuera de la Universidad no se aleja mucho de ella. Normalmente se pueden cursar lenguas extranjeras como asignaturas de libre configuración e incluso algunas universidades tienen departamentos exentos para ayudar a cualquier estudiante a mejorar su segunda lengua, a no olvidarla, o a aprender una nueva (aunque en muchas ocasiones estos departamentos se centran tan sólo en el inglés).

Concluyo ya este artículo sobre cómo estudiar otros idiomas fuera del programa curricular de Traducción. La próxima vez hablaré de lo que algunos estudiamos o practicamos fuera de la carrera, y que nada tiene que ver con ella, ni con los idiomas.

Un saludo.

Irene Igualada

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martes, 13 de marzo de 2007

Traducción y lenguas minorizadas (en este caso el gallego)

Esta mañana me he levantado temprano para ir de compras por el centro de Ourense (pero da igual donde te encuentres, porque en Galicia pasa en todas las ciudades) y he vuelto a pasar por delante de un cartel que me corroe por dentro: CENTRO URBÁN (acompañado de una flechita a la derecha). Los gallegos que hemos estudiado el gallego en el cole o en la universidad sabemos que urbán* es un hipergaleguismo, como lo llamamos los estudiosos, y que la forma correcta es urbano, sí, como en castellano. Este cuento es una introducción para que os hagáis una idea de cómo está el panorama lingüístico gallego. En este artículo quería mostrar la situación de una lengua minorizada en el ámbito de la traducción a los que no la conocen ya.

Mi relación con el gallego es extraña, porque empecé a hablarlo a los 17 años, 2 años después de volver de Suiza y me daba miedo hablarlo porque no quería chapurrearlo y hablar “castrapo” (gallego con castellanismos). Pero cuando me lancé, ya no supe separarme de él, de hecho, ahora es el castellano el que no quiero hablar por miedo a chapurrearlo. Por eso me metí en la carrera de TeI francés-gallego. La gente de aquí, siempre tan modesta, decía que no sabía dónde me metía, que el gallego no tenía salida. ¡JAJAJAJA! Ahora que acabo la carrera me doy cuenta de que tiene tanta salida que el castellano… Y os contaré porque, así también os pinto un poco el panorama de mi lengua.

Primero: si os paráis a pensar, descubriréis (y no quisiera ser pesimista) que el castellano se habla y se estudia en medio mundo, por lo que hay millones de traductores desde y hacia el castellano. Con el gallego, eso no ocurre, al contrario, a veces andamos buscados. Pero aquí entra el problema de las instituciones, porque en vez de ayudar a promulgar el gallego parece que lo quieren eliminar .

Segundo: los que estudiamos TeI x-gallego, también trabajamos con el castellano y somos capaces de traducir tan bien como los de TeI x-español. Así que si no tenemos trabajo en gallego, nos pasamos al castellano… también es cierto que en gallego hay un intrusismo notable, y digo notable en el sentido de que se nota, porque los que traducen al castellano no todos saben traducir al gallego. Es normal si tenemos en cuenta que el gallego todavía no es una lengua completamente normalizada.

Bueno, y eso es todo. Yo siempre digo que tenemos una situación privilegiada, porque los gallegos sabemos dos lenguas maternales, y es una pena que gente tan importante como escritores, actores o modistos no lo vean así. Además, los que estudiamos el gallego para perfeccionarlo como es el caso de los traductores, lo pasamos muy bien viendo a la gente hablar el castellano en la tele con un acento y unos calcos tremendos… ¡JEJEJE! ¡El gallego es divertido! Como tantas otras lenguas.

Voy a dar la despedida…como decimos en nuestras canciones populares.

Adeus e un biquiño para todos.

Ana Vanessa Conde

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domingo, 11 de marzo de 2007

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viernes, 9 de marzo de 2007

Lexicología (UCO) vs. Diccionarios de las lenguas B y C (UPO)

Asoma ya otro fin de semana y aquí me encuentro para daros la bienvenida con mi crítica quincenal a las asignaturas de nuestra licenciatura (cómo adoro la libertad de expresión)

Sí, probablemente debería estar haciendo algo relacionado con la facultad, véase, por ejemplo, una práctica surrealista de Metodología (lo que sigue creo que ya lo sabéis), pero, sinceramente, encuentro más útil dedicar este hueco, que he encontrado de casualidad en mi prácticamente inexistente tiempo libre, al artículo (si no cumplo los plazos, Olli me castiga sin postre)

A estas alturas nuestra vida va volviendo poco a poco a la normalidad tras los exámenes. De nuevo somos máquinas de coger apuntes de manera incansable (sobre todo en Lingüística, donde el adjetivo “incansable” es bastante discutible cuando comienzas a sufrir calambres intermitentes), pasarlos a limpio, hacer ejercicios y entregar prácticas.

Ahora que sé que he conseguido dejar atrás Lexicología de la lengua inglesa y las notas están próximas a ser fijadas en las actas, procedo a abordar el tema de mi artículo: ¿para qué me servirá la asignatura que acabo de aprobar?

Esta pregunta no es nada que no se me haya pasado antes por la cabeza. De hecho, mientras me pasaba días enteros delante de esos apuntes casi indescifrables que había conseguido crear prácticamente de la nada, me planteaba, en mitad de la frustración y la jaqueca, qué supondría esta asignatura no ya para mi vida futura como traductor, sino, en un futuro más cercano, durante el resto de la carrera.

Y no he encontrado una respuesta muy alentadora. Sólo considero justificada la presencia en el temario de los procesos de formación de palabras y mecanismos morfológicos del Inglés, pero no entiendo para qué puede servirme el haber estudiado miles de características de diferentes diccionarios (históricos ya muchos de ellos) monolingües y bilingües, si esa parte no se ha enfocado a la selección de diccionarios para la traducción práctica. ¿Para qué necesito saber las características del diccionario de Johnson (1755) o los procesos de investigación lexicográfica del siglo XX si, como futuro traductor, no se me enseña a saber seleccionar mediante diferentes criterios mi herramienta de trabajo más importante?

Si se lee el programa de la asignatura, (que fue planificado por un profesor diferente al que este año ha impartido la asignatura), se verá que en él se estructura la asignatura en tres objetivos básicos: hacer que el estudiante entienda los diferentes elementos comprendidos en la representación del significado y su función en el lenguaje, la mejora del vocabulario y la compresión de los procesos morfológicos del Inglés y, por último, promover una actitud crítica ante los diferentes tipos de herramientas léxicas. Un temario cargado de buenas intenciones y con un aspecto interesante en un principio, pero que, una vez que vuelvo la vista atrás se ve totalmente incumplido en la práctica totalidad de los tres aspectos anteriormente citados, salvándose, como he dicho anteriormente, la parte correspondiente a la morfología inglesa, poco más.

Ante esta situación, he comenzado a considerar diferentes planes de estudios y he comprobado que la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla oferta unas asignaturas más o menos similares a Lexicología: Diccionarios de las lenguas B y C, con un enfoque más lexicográfico que lexicológico, centradas sobre todo en el análisis del contenido de los diccionarios para evaluarlos con respecto a su eficacia como herramientas de trabajo, la actividad del traductor como creador de diccionarios y las ventajas o inconvenientes de ciertos tipos de diccionarios frente a otros.

Seguramente, algún alumno de la UPO que haya cursado la asignatura me contradiga y deje algún comentario diciendo que no entiende la utilidad de esa asignatura, o que en todas las universidades las asignaturas parecen más interesantes de lo que son en los planes de estudios que en el aula, pero sinceramente, después del desengaño con Lexicología del Inglés creo que nada hay ya a estos respectos que me sorprenda.

Para terminar esto que ha parecido más que un artículo un planto por la asignatura de Lexicología, hacer dos consideraciones que creo que serán compartidas por la mayoría de los lectores del blog: a la hora de hacer un plan de estudios, se debe pensar en la utilidad de las asignaturas impartidas y respecto al perfil del docente, los alumnos tenemos derecho (y las facultades yo diría que el imperativo moral si les importa la formación de sus estudiantes) a recibir la docencia por parte de un especialista en la materia.

Un saludo.
Ildefonso Laguna.

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miércoles, 7 de marzo de 2007

III Feria del Empleo de la Universidad de Córdoba

Esta mañana Inma y yo nos hemos pasado por la III Feria del Empleo de la Universidad de Córdoba, que se celebra en el Palacio de la Merced (Diputación de Córdoba). La idea inicial era grabar un vídeo en el que apareciesen los diversos stands, y donde nos contasen a que se dedicaba cada empresa y que buscaban. Nuestra incompetencia técnica (o mejor dicho, la mía), lo ha impedido (recordad que nunca hay que salir de casa sin una batería y una casette extra :D).

En cualquier caso, ha resultado interesante echar un vistazo, para sobre todo comprobar que poco teníamos que hacer allí. Aparte del stand de las Fuerzas Armadas (aquí podéis ver a este cabo mayor contándole la Milonga del marinero y el capitán a estos alumnos de ESO ) en el resto buscaban básicamente alumnos de último curso de licenciaturas y licenciados en Económicas, Ingenieros (buscan 10 mil para las plataformas petrolíferas de Noruega) y Diplomados en Relaciones Laborales.

Si tenéis tiempo, (y sois de la zona, claro está), pasaos a echar un vistazo. Aunque no encontréis una oportunidad de trabajo, siempre podéis aprender un poco sobre como seleccionan las empresas al personal (y de paso llevaros de recuerdo un puñado de boligrafos :D). Si no sois de Córdoba, la Feria del Empleo es parte de una iniciativa llamada Tour del Empleo, que celebra actos por toda España. Los próximos tendrán lugar en Palma de Mallorca (6 y 7 de Marzo), Madrid (21 al 29 de Marzo) y Burgos (17 al 19 de Abril).

Un saludo

Olli Carreira

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El motivo por el que estudiar la "schwa"

Hace algunos días me encontraba en clase de lingüística. Como siempre, pendiente del lento transcurrir del tiempo y prestando más atención a mi pobre mano dolida, por las dos largas e incesantes horas de escritura a la que se ve sometida, cuando, de repente, esa voz que, dos veces por semana nos habla con tanta pasión y ahínco de Chomsky, Saussure, Coseriu y otros muchos, entonó un discurso diferente que sin duda llamó mi atención.

Aún no sé muy bien si fue un momento de lucidez mío, al haber despertado de mi letargo, o del profesor, que sin saberlo me estaba proporcionando el tema de mi siguiente artículo. El caso es que escuché decir a ese señor que una de las cualidades esenciales que ha de poseer un buen traductor es el conocimiento de la organización y del funcionamiento de la lengua que traduce, es decir, lo que estudiamos como lenguas B, C y D. Comentaba igualmente como éste, tarde o temprano, requiere de un marco teórico que sustente sus decisiones y le ayude a hacer frente a todos aquellos obstáculos, de origen lingüístico, que se interpongan en su camino.

Fue entonces, ante tan obvia y cierta afirmación, cuando los engranajes de mi cerebro parecieron despertar definitivamente y comenzaron a encadenar y relacionar una serie de pensamientos.

Me trasladé, a las clases de las lenguas B y C y por fin todo pareció cobrar sentido. Había un motivo por el que estudiar los fonemas fricativos en inglés, las definiciones de “root” y “base” y la sintaxis de las cláusulas inglesas entre otras muchas cosas.

Esta pequeña anécdota, en parte ficticia, no es más que un pretexto que bien muestra los contenidos que se estudian y trabajan en las lenguas B y en ocasiones, aunque en muy pocas en las lenguas C.

En ocasiones he escuchado a muchos de mis compañeros preguntarse quejosamente por qué y sobre todo para qué necesitan saber qué es un objeto directo, saber discriminarlo en las oraciones de otros complementos, conocer los procesos de formación de palabras etc. En definitiva, se quejan y lamentan de tener que estudiar la fonología, la semántica y la sintaxis entre otras cosas de la que es su lengua B. Quizás porque no entienden su utilidad o quizás porque no es lo que esperaban estudiar.
Sin embargo, parece ser que todo ello tiene una utilidad bastante importante; necesitamos conocer cómo funcionan el inglés, el francés, el alemán… en sus diversos planos lingüísticos, pues sólo el significado de las palabras o el mayor o menor dominio de la lengua a nivel comunicativo no es suficiente.

Ahora bien, este estudio de la lengua requiere de una base mínima que permita al estudiante, no sólo desenvolverse en los registros orales y escritos, sino también pasar a un nivel superior en su estudio. Unos conocimientos que, como he podido constatar en la mayor parte de las universidades españolas que siguen esta misma línea, no se proporciona en la titulación, ni siquiera en aquellas en las que la enseñanza de la lengua B se distribuye en dos cursos académicos.

Una realidad muy distinta es la que encontramos en las lenguas C. Por lo general, la enseñanza de los idiomas que se imparten como segundas lenguas extranjeras parte desde cero, pues no se espera que el alumnado posea conocimientos de lenguas tan poco comunes como el árabe o el italiano por ejemplo. De esta forma se sientan las bases que después van a permitir un estudio más avanzado de la lengua. Algunas universidades plantean los programas de este modo. No obstante, en muchas otras, esto no es así. Se destina únicamente el primer año al estudio básico de la lengua, obviando por completo el funcionamiento interno de la misma.

No parece ser que ninguno de estos dos planteamientos sea erróneo, aunque tampoco que sean del todo acertados si uno se emplea en la enseñanza de la lengua B y otro en la enseñanza de la lengua C. Necesitamos ser competentes y eficientes en la traducción de ambas lenguas y para ello ambos niveles de estudio deberían tratarse, salvando, en aquellos casos y momentos en los que sean pertinentes, las distancias en los niveles que se puedan exigir en cada idioma.

Inmaculada Prieto

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lunes, 5 de marzo de 2007

Destinos alternativos

Marzo es un mes odioso: llega la primavera, y con ella, esa orgía campestre sensorial de flores, enamorados, animales varios (patitos, abejitas, perritos, conejitos y otras criaturas diminutivizadas), alergia y buen tiempo (y como buen nórdico, no puedo dejar de preferir la nieve a los 30 grados que nos brinda el anticiclón atlántico). Entre tanto horror climático algo bueno debe compensar nuestras pobres vidas de estudiantes de T&I. En este caso, las nominaciones Erasmus.

Hasta la más perezosa de las universidades ha publicado ya la lista de los candidatos que lucharán (con métodos más o menos legales) por una de las plazas que se adjudicarán a lo largo del mes de Mayo. Mientras llega el desenlace de esta tragedia humana, los nominados se platean un gran número de cuestiones existenciales (¿me voy? ¿no me voy? ¿y que dirá mi novio? ¿me comeré algún rosco en Dinamarca? ¿y si no me voy?).

Una de las elecciones, a mi juicio más importantes, es la selección del destino. En caso del inglés (me ocuparé hoy de esta lengua por ser la más demandada) el estudiantado llega a darse de hostias por el mismo destino: las Islas Británicas. Resulta curioso, cuando el lugar no es atractivo en absoluto: su comida no merece tal nombre, su clima es monotemático, sus mujeres son… inglesas, sus hombres… en fin, no se sabe realmente son hombres. En cualquier caso, la leyenda urbana nos dice que, para aprender inglés, el mejor lugar es Inglaterra.

Falso. Inglaterra no deja de ser un lugar más en el que aprender esta lengua, al igual que México y España son dos lugares igualmente válidos (aunque diferentes) para aprender español. De hecho, Inglaterra no aporta, en muchas ocasiones, una ventaja decisiva a la hora de aprender inglés.

En primer lugar, las universidades británicas suelen hallarse saturadas de estudiantes españoles. Compartir tus clases de ingeniería civil con veinte españoles más no suele ayudar a que tu inglés mejore. En segundo lugar, las variedades de lengua inglesa dentro de Gran Bretaña son más amplias de lo que parece a primera vista. A excepción del posh English que se habla en el sur, en el resto del país un Erasmus puede encontrarse con variedades bastante incomprensibles de la lengua, que en muchos casos no van a ayudar al aprendizaje del idioma (y si alguien duda al respecto, que intente hablar con un taxista de Edimburgo en inglés estándar).

Quizá la razón más importante para no elegir las islas británicas como destino sea que, simplemente, hay otros destinos donde elegir (y en la variedad se encuentra el gusto). En Europa podemos optar básicamente por tres: Países Bajos (que cuenta con el mayor índice de bilingüismo del continente, un 94%), los países escandinavos (Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca), y Alemania. En estos tres destinos la posibilidad de aprender inglés no se limita sólo a las aulas, sino al contacto con los ciudadanos de estos países, que suelen hablar un inglés más que aceptable. Asimismo, existe la posibilidad de aprender más de una lengua al mismo tiempo, puesto que el inglés no es lengua oficial en estos casos, sino que es hablada por una mayoría de la población (aquí la variedad de lenguas maternas entre las que elegir es importante: islandés, noruego, sueco, finés, danés, alemán y holandés). De esta forma, podéis marcharos por ejemplo a Alemania a cursar un programa de Literatura en inglés, mientras practicáis vuestro alemán al salir de clase frente a una cerveza.

La elección de estos destinos alternativos plantea una serie de ventajas, y por supuesto, inconvenientes. El inglés hablado en Escandinavia tiende a una gran corrección, aunque no es la lengua materna de sus hablantes (además de tratarse, en muchos casos, de inglés americano). Todo esto ha de ser valorado por el futuro Erasmus. En cualquier caso, lo importante es remarcar que la posibilidad de elección de destinos es más amplia de lo que puede parecer en un primer momento, y esto ha de ser considerado por los alumnos que tengan una nota menor, menos medios económicos, etc.

¿Es Inglaterra el único lugar para estudiar inglés? ¿Resulta más positivo hacerlo en otro país europeo? Espero vuestros comentarios. Hasta entonces, recibid un cordial saludo de vuestro hermano en traducciones.

Olli Carreira

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sábado, 3 de marzo de 2007

Especialización docente en TEI

Afortunadamente, hace unos días pude escuchar lo que tantas veces había rondado mi incesante búsqueda. En uno de los seminarios-discursos-coloquios, que tan atentos escuchamos los neófitos esperanzados estudiantes de TEI, es donde se aliviaba y recreaba mi pensamiento disperso. Porque, a decir verdad, y como es lógico, son muchos los estudiantes de primeros cursos que acuden a estas pláticas con el fin de intuir lo que será su futuro profesional; aunque están dirigidos especialmente a estudiantes de últimos cursos.

Aquello que escuché y me aliviaba lo diré explícitamente en algún momento. Voy a dejar ese camino abierto.

Si este comienzo resulta un tanto abigarrado y confuso, o no, podría quedar más claro cuando les explique lo siguiente. Todo el interés y el empeño de un estudiante de TEI por aprender a traducir e interpretar corre el riesgo de convertirse en una carrera de fondo cuyo objetivo es salir cuanto antes al mundo terrenal y enfrentarse a la realidad. Necesitamos aprender las herramientas propias y concretas del traductor, y practicar, practicar mucho. La teoría es sólo una primera fase -no menos importante-. Necesitamos conocer las dificultades concretas que encontraremos en un encargo real de traducción. Puesto que muchas veces, como acabo de experimentar no hace mucho, el problema no es encontrar la traducción más rebuscada y original. En ocasiones, el espacio limitado para indicar un mensaje de error relativo a una válvula eléctrica de recirculación no te permite hacer virguerías. Este es un ejemplo, de los muchos que podríamos enumerar.

Con todo esto quiero referirme a la necesidad de que los docentes adapten sus enseñanzas a este tipo de necesidades. En parte, esta carencia podría deberse a la falta de profesionales de la Traducción dedicados a la Docencia y, en parte, a una deficiente organización y delimitación de cada una de las asignaturas. Nos encontramos con auténticos profesionales de los que aprendemos sobremanera, pero también nos encontramos con asignaturas que bien podrían adscribirse a otras especialidades _con todo mi respeto y admiración, por supuesto_.

Muchas veces, la solución podría ser un cambio de enfoque. Por poner un ejemplo, a la hora de aprender la heterogeneidad del uso lingüístico sería importante enfocarlo desde un punto de vista diastrático y diafásico, y no tanto diacrónico. Otro ejemplo: cuando estamos estudiando la cultura y/o civilización de un determinado grupo lingüístico (sea éste una comunidad de hablantes, una ciudad o un país), debemos conocer tanto la terminología de la lengua original como la equivalencia en nuestra lengua, lo que puede parecer evidente, pero no siempre real. No podemos limitarnos a recibir estas enseñanzas en uno u otro idioma sin conocer las correspondencias, ya que podríamos encontrarnos un día con el término Sturm und Drang y traducirlo por cualquiera de sus posibilidades; o bien no traducirlo (elección oportuna), o no saber exactamente a qué concepto alude... Estos ejemplos pueden resultar banales, pero son solo el esbozo de toda una infinidad de problemas reales. Alguno de nosotros puede sentirse identificado con esto y otros no, tenéis la libertad de manifestarlo. Dejaré para la próxima ocasión otros ejemplos y posibles soluciones, siendo consciente en todo momento de la envergadura del tema en cuestión.

Por último, y aludiendo a aquello que decía al principio, considero muy acertada la propuesta de aquella conferenciante que, con otras palabras, proponía la unión -yo diría simbiosis- entre la Filología y la Traducción. Aunque, antes de atreverme a decir esto, ya sé que existen muchos adversarios y detractores, he de decir que no se trata de una mera fusión, sino de un ir y venir de aportaciones beneficiosas y necesarias para ambas disciplinas.

Siempre serán bien recibidos comentarios y propuestas al respecto.

Un saludo,

Guadalupe Muñoz.-

Hypocrite lecteur,—mon semblable,—mon frère!

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jueves, 1 de marzo de 2007

Mi vida sin mí: en el metro.

Tras una incesante pelea con la almohada, consigo levantarme de la cama a las ocho y media. Entonces, durante la media hora que tardo en despegarme las legañas, escucho la radio e intento adelantarme a los intérpretes cuando traducen las palabras de los políticos internacionales. No hay manera, nunca lo consigo. Renuncio definitivamente a la interpretación.

Salgo de casa pitando. Aunque el rectorado me haya bendecido con un maravilloso horario de tarde, siempre tengo otras cosas a las que dedicarme por las mañanas (tengan o no tengan que ver con los idiomas y la traducción -algo hay que poder poner en el apartado «Otras actividades» de un curriculum-). Entonces comienzan mis aventuras en el transporte público. A pesar del coñazo que es vivir a más de tres cuartos de hora de cualquier lugar habitable (mejor ni menciono lo que tardo en llegar a la universidad), a veces me doy cuenta de lo que se pierde la gente que vive cerca de la facultad, o los que tienen una habitación en la residencia que les permite incluso ir caminando a clase. El transporte público es un cajón de anécdotas a 50 km/h, y, gracias a la precariedad de los países más pobres, un método muy original de aprender idiomas, por así decirlo.

Hay tres cosas que se pueden hacer mientras viajas en metro: leer, estudiar o escuchar música. También puedes dedicarte a sus variantes, es decir: fingir que lees, fingir que estudias o fingir que escuchas música. Yo suelo practicar esto último, y he de decir que soy muy buena en ello (tengo ciertas tácticas), pero reconozco que debería aprovechar esos momentos para estudiar, visto lo visto, y no para hacer el tonto. Cuando finjo hacer todo lo anteriormente mencionado en realidad me dedico a escuchar conversaciones ajenas (curiosidad de traductora) siempre y cuando se hablen en otro idioma. Como comprenderéis no tengo ningún interés en el único idioma que ya domino. Aunque he de decir que, a menudo, me quedo fascinada por algunas palabras o expresiones que pronuncian algunos supuestos hablantes castellanos. Incluso he pensado seriamente en hacerles un estudio sociolingüístico-fonético-filológico-saussuriano alla Chomsky como proyecto de fin de carrera o algo así. Bueno, eso ya se verá. En cualquier caso, aunque me dedico a pegar el oído a conversaciones que no debería escuchar (a veces se oye cada cosa), nunca me sirven para entenderlas el inglés, francés o alemán (el primero que puedo chapurrear más o menos decentemente y los otros dos con los que soy capaz de decir cosas como: «Disculpe, ¿dónde está el banco?» o «A Pedro le gusta más el pescado que a Juana, pero a Juana le gusta la pizza tanto como a Pedro»), al fin y al cabo estos no son precisamente los idiomas que habla la gente que viene aquí a trabajar. Así que no me extrañaría descubrir un día a la salida del metro que puedo hablar fluidamente el swahili, el árabe o el rumano. No sé por qué la gente se queja tanto del multiculturalismo, a mí sólo me aporta beneficios. Ayer mismo aprendí cómo se dice «se alquila habitación» en rumano al leer los anuncios de una parada de autobús: închiriez camerà.

A pesar de todo, de vez en cuando sí oigo conversaciones en inglés, sobre todo a medida que me voy acercando a la universidad. Así que las escucho como quien no quiere la cosa mientras paso las páginas de mi manual: Errores más comunes en la traducción directa Esperanto-Código binario. Cuando el metro se para (bendita Línea 6) y por los altavoces suena la consabida frasecita: «Metro de Madrid informa que: debido a causas ajenas a Metro, el servicio entre la estación tal y la cual de la línea pascual estará interrumpida en un tiempo estimado en más de quince minutos». Obviad los errores gramaticales. El caso es que entonces llega mi oportunidad de practicar la lengua inglesa. Es un poco arriesgado limitar mis clases prácticas a estos sucesos eventuales, pero al menos es más barato que irse al extranjero. «Pero, ¿qué ha dicho? ¿qué ha dicho?» exclaman los pobres guiris (estudiantes y turistas) sacando sus móviles-traductores de quinta generación. No obstante allí estoy yo para ayudarles. Pongo los brazos en jarra cual Superman y les suelto: «He has said that… (¿?)» Vaya, la traducción inversa es demasiado difícil para mí.


Esta sección del blog está dedicada a lo que hacemos los estudiantes de traducción cuando no estamos en clase o estudiando. Como habéis podido observar en esta ocasión me he dedicado a escribir casi solamente sobre el transporte público, pero cualquiera que viva en una gran ciudad comprenderá que realmente la mitad del tiempo fuera de casa o de clase lo pasamos allí.

Un saludo.
Irene Igualada Baeza

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