viernes, 4 de mayo de 2007

¿De dónde viene y a dónde va la licenciatura en Traducción e Interpretación? (IV)

¡Hola! Hoy voy a seguir con Bolonia y cómo afectará a nuestros estudios. En el último post hice un repaso de las medidas que supone la reforma y también de los problemas de aplicación que puede generar en la Universidad española. En este post quisiera hacer hincapié en el ámbito de nuestra carrera. Mejor repasamos hoy lo que es positivo. Para lo menos alentador esperamos a otra entrega.

La carrera de TeI tiene la imagen de ser de algún modo una opción de formación “moderna”, al menos en comparación con otras carreras. Desde mi punto de vista, esto tiene bastante de cierto, si entendemos el calificativo de "moderno" desde un punto de vista de enseñanza y aprendizaje. Evidentemente, la situación varía de centro en centro e incluso de profesor a profesor, por lo que todo lo que voy a decir a continuación es susceptible de matizaciones. Insisto en que hoy toca ver el vaso medio lleno:

  • TeI plantea en su propia esencia un vínculo claro entre la universidad y el mundo de la empresa, ya que es una de las pocas carreras en las que se aprende un oficio: el de traductor/intérprete. Esto es algo que no se valora lo bastante hasta que no has entrado en el mundo laboral. Dejando de lado las cosas que podrían mejorar, lo cierto es que la carrera tiene bastante de práctico, de aprender un savoir-faire, unas competencias operativas… esto nos permitirá no solo adaptarnos a varios trabajos sino también generar nuestro propio empleo (autónomos, empresarios). Además, en algunas facultades ya se integran las prácticas laborales dentro del currículum.
  • Aunque cada profesor utiliza sus propias estrategias docentes y la libertad de cátedra permite que enfoquen sus clases libremente, buena parte del profesorado tiene influencias de otros sistemas (por haber estudiado, trabajado o nacido en otras culturas educativas), lo cual aporta una serie de recursos que enriquecen las estrategias de enseñanza-aprendizaje. No es raro ver cómo se trabaja en grupos y de forma colaborativa en las clases de traducción. Hay más debates y presentaciones orales que en otras facultades. Se enseña a que los alumnos busquen soluciones, no a que las memoricen (por ejemplo, en traducción). Hay menos alumnos por clase y esto permite una relación más fluida entre profesor y alumno que en otras carreras. Algunos profesores introducen sistemas de evaluación también más acordes con estas ideas, con sistemas de seguimiento continuado (trabajos individuales y en grupo, presentaciones, etc.) en lugar de un examen final. Sé que no todo el mundo trabaja así y tampoco creo que sea malo tener algunos profesores que trabajen de otra manera. De cada método se puede extraer un aprendizaje diferente. Pero lo cierto es que cualquier alumno de TeI puede encontrar muchas diferencias con la forma en la que se trabaja en otras carreras más masificadas y tradicionales. No es extraño ver a los alumnos de tercero y cuarto sin tener que encerrarse a empollar en épocas de exámenes como pasa en otras carreras: el trabajo lo vienen haciendo diariamente con sus entregas y presentaciones. Se supone que la introducción de los créditos europeos (ECTS) que reconoce el trabajo del alumno fuera de clase y promueve la tutela de ese trabajo por parte del profesor, vendrá a fomentar lo que muchos profesores ya vienen haciendo.
  • La competencia o aprendizaje que incluye las cuestiones interculturales, interlingüísticas, etc. responde al interés de la UE por fomentar la movilidad y el conocimiento de las diferentes culturas y lenguas europeas. La movilidad del estudiantado es frecuente (Erasmus, etc.).

Pero quizás la cuestión más interesante y la que más debate genera, sea la que cerraba el post anterior: ¿Qué competencias son las que se deben enseñar? ¿Qué pasa con TeI? ¿Subsistirá con la reforma?

Los debates en torno a esto vienen de largo. De algún modo, parece como si en TeI nos hubiéramos estado anticipando a la reforma de Bolonia. Desde hace años se debate ya sobre si la carrera debe ser más humanística-filológica o si debe estar dirigida a una formación puramente operativa en la empresa de traducción. Otro debate interesante es el de qué es la competencia traductora. Ahora la UE pide a todas las carreras que describan qué competencias quieren enseñar y las relacionen con el mercado: resulta que en traducción esta cuestión lleva debatiéndose desde hace 30 años. Que si la carrera debe ser solo de traducción, mientras interpretación ha de ir independiente; si ha de ser una carrera generalista de lenguas aplicadas y la especialización en traducción y/o interpretación ha de ser un máster; si cada centro debe especializarse en un sector del mercado o por el contrario todos deben impartir lo mismo; si se ha de impartir la traducción inversa también o solo la directa... Las variaciones son interminables.

Actualmente se vienen barajando varias opciones de futuro: 1) Los planes de estudios quedan como están (traducción+interpretación de 4 años); 2) Un grado (= licenciatura) de cuatro años más generalista (tipo Lenguas Aplicadas) y se completa con másters en traducción y/o interpretación; 3) Un grado solo de traducción y luego un máster en interpretación; 4) La carrera se funde con filología y luego se pueden hacer másters en traducción e interpretación, etc.

Aún queda mucho por decir al respecto. Iremos viendo cuál de estas opciones es la que tiene más papeletas. También quisiera hacer un repaso de la situación pero considerando el vaso medio vacío... todo aquello que pueda ser problemático en nuestros estudios. Pero todo hay que verlo poco a poco. Por ahora, es suficiente con dejar estas notas aquí y me gustaría mucho que comentéis al respecto. ¿Qué opción creéis que sería la mejor de las que he descrito en el párrafo anterior?

¡Saludos! EC

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por comentar en http://traduccionydoblaje.blogspot.com/

Hemos añadido vuestro blog a los recomendados.

Saludos.

Olli Carreira dijo...

Yo apostaría por el modelo de lenguas aplicadas. Conozco como funciona en Francia, y la verdad es que es mucho más efectivo que el actual planteamiento del modelo español (donde el "se supone, se da por sabido" ) q nos conduce a un master para especialización posterior, de dudosos contenidos, pero clara ofensa contra el bolsillo...

De traducciones y otras rarezas dijo...

Me parece que deberíamos mirar de una vez por todas a lo que nos pide el mercado a los licenciados. Creo que sería la forma más útil de elegir. Como creo que en 4 años estamos muy verdes, abogaría por el grado de 4 años en Traducción (con especialización) más un posgrado en interpretación (que se merece una titulación en sí misma).

Un abrazo,
Eu

ECE dijo...

Gracias por vuestras opiniones.
Yo ya vengo adelantando mi opinión en otros posts. Considero que la oferta de carreras de lenguas es insuficiente (además con Yeyu he hablado mucho de esto). Lo suyo sería que existieran las lenguas aplicadas. Si el estudio central de lenguas es un ciclo de lenguas aplicadas, ya no me importa tanto si traducción pasa a ser un máster de especialización o si conviven las lenguas aplicadas como licenciatura generalista y la traducción e interpretación como licenciatura más específica. El caso es que dejar solo la opción de Filología o traducción e sclaramente insuficiente y además no responde para nada ni a lo que buscan los estudiantes ni a lo que demanda la sociedad...
Besos