jueves, 19 de abril de 2007

Mi vida sin mí: 5 céntimos más.

Recientemente he tenido que hacer un trabajo en grupo para mi clase de Traducción general. Consistía, simplemente, en elegir un texto no muy extenso, traducirlo y presentar esa traducción en el aula comentando sus dificultades y problemas. Primero, tradujimos cada uno el texto a nuestra manera y tranquilitos en casa; y luego, pusimos en común nuestra labor para escribir una traducción definitiva. ¡Menuda hazaña! Creo que tardamos unas 20 horas (no seguidas, claro, somos alumnos aplicados, pero humanos al fin y al cabo) en darla por terminada. La verdad es que no llegamos a un acuerdo en todo, pero nos cansamos de discutir. Supongo que muchos sabréis lo que es esto: «yo creo que mejor parte», «yo creo que mejor zona», «vale, vamos a mirarlo en el diccionario», «pone que en este caso es zona», «¿zona?, estos de la RAE no tienen ni idea. Vamos a mirarlo en Google a ver cuál de las dos obtiene más resultados», «¿En el Google? ¿Pero qué dices?». Aunque aún peores son las discusiones sobre gramática: «se mata gente», «no: se mata a gente», «pero qué decís: se mata a la gente», «pues, ¡ala!, al diccionario», «em, pero esto aquí no viene», «pues al Panhispánico de dudas». Horas y horas pasamos rodeados de diccionarios (bendito Panhispánico de dudas, por cierto) pero llegó un momento en el que parecía que nos habíamos quedado ciegos o que se nos había olvidado leer. Sólo veíamos ambigüedades rodeadas de espacios en blanco; o todo era posible, o todo era imposible. Así que decidimos que teníamos que buscar un sistema para resolver esos casos de estancamiento intelectual. Nos decantamos por uno muy simple: más palabras, más dinero.

Consideramos el texto como un encargo real por el que nos pagarían por palabras y, de este modo, cada vez que llegábamos a una encrucijada, nos decantábamos por el camino más largo. Así pues: directamente (?), mejor: de una manera directa (+ 15 céntimos); un coche teledirigido (?), un coche a control remoto (+ 10); la casita está junto a la montaña más predominante (?), la pequeña casa se encuentra al lado de la montaña que destaca sobre las otras (+ 30)… Todas estas cuentas considerando un valor medio de 0,05€ por palabra, claro. Fue muy divertido, la verdad, y muy útil; aunque supongo que cualquier otro sistema de decisiones hubiera sido igual de válido. Al final por la traducción deberían habernos pagado unos 42,20€, pero, en fin, era sólo para clase. Además, ¿42,20€ entre 4? Qué miseria. Mejor hacerlo por amor al arte.

Todo esto me ha llevado a preguntarme si algunos traductores harán algo parecido: añadir palabras al texto traducido para ganarse uno centimillos. En fin, si alguien hace eso es que es un rácano, pero es que de 5 céntimos en 5 céntimos se paga uno la hipoteca, al fin y al cabo. Ya me imagino a un traductor de renombre en una oscura habitación, echado sobre una mesa con una potente luz sobre él, escribiendo y tecleando una calculadora que tiene a su lado: «si pongo con certeza en lugar de ciertamente, ya tengo 5 céntimos más para las vacaciones (o para el coche o para frenar el cambio climático)». De todas maneras no creo realmente que alguien se dedique a hacer esto, sobre todo si, al añadir palabras, cambias el significado del original o le das un estilo no apropiado o una sintaxis extraña. Por mi parte, he de decir, que cuando tuvimos que tomar la decisión de elegir la construcción más larga, nunca fue con intención de inventarnos el texto, sino para terminar una disputa. Somos muy éticos. También somos muy cabezotas.

Ya concluyo este artículo. Espero que si aplicáis nuestro sistema antidilemasexistencialesquenoshacengritarnosdurantecincohoras lo hagáis con propiedad. Asimismo espero que os compréis una calculadora de bolsillo. Debería ser también parte del equipamiento de un traductor: diccionario monolingüe, diccionario bilingüe, gramática, diccionario de sinónimos, Trados, café y calculadora.

Un saludo.
El lunes me voy a Alicante, al ENETI. Espero que la insinuante playa de San Juan no me seduzca ni me atraiga lejos del congreso.

Irene Igualada Baeza.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi todos los traductores y casi todas las agencias que conozco cobramos por palabra de ORIGEN, no por palabra de destino. Solo he cobrado por palabra meta en una ocasión que me mandaron una patente en PDF que, en realidad, era un jpg.

Cobrar por palabra de origen tiene dos grandes ventajas:
1. puedes presentar un presupuesto cerrado, y eso les encanta a los clientes.
2. puedes olvidarte de escribir «largo» para cobrar más.

Con las palabras de origen, te centras en dar con la mejor traducción, no con la que te procure más dinero.

Sé que en muchas universidades se habla de las palabras de destino, pero eso sucede en casos aislados o en combinaciones muy específicas.

P.

ECE dijo...

Hola
Yo también lo mismo: siempre por palabras en origen... la misma idea que vosotros también las tienen las agencias y, evidentemente, para evitar problemas, pagan siempre el origen. ES verdad también lo que comenta p.bayle: las veces que he cobrado destino ha sido cuando me han enviado un documento escaneado en pdf que por algún motivo no pudiera recontarse con un OCR (programa de reconocimiento de palabras, bueno, algo parecido...)
Saludos y excelente proceso de traducción, enhorabuena.
ECE

ECE dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Vaya, parece que me han informado mal.También había oído que se pagaba por palabras de origen, desde luego, pero pensaba que era menos común. Quizás no deba fiarme de mis profesores aunque sean traductores en activo.

Anónimo dijo...

Aunque tus profesores sean traductores, no se dedican a la traducción con exclusividad, como hacemos muchos de los que os leemos... :-) Fíate de nosotros.

Arimaz dijo...

¡Qué engañadas nos tenían Irene!

(Espero que te lo estés pasando muy bien en Alicante :D)

Anónimo dijo...

Lo que yo sí he visto son textos originales escritos así:

"Youve to talkto..."

¿Sería un intento de "engañar" al recuento de palabras?