En Traducción e Interpretación los idiomas dejan de ser una asignatura más que aprobar y se convierten en auténticas herramientas de trabajo, en metas que hay que alcanzar. Como alumna de la licenciatura, me pregunto muy a menudo a cuántos de vosotros, alumnos de la titulación, de otras carreras y en general estudiantes de lenguas, se os ha ocurrido alguna vez pensar acerca del proceso de enseñanza y aprendizaje de una lengua extranjera; de lo que supone, de lo que es o de lo que debería ser o no ser, de lo que en él necesitáis y de lo que en él se os da, de su calidad y, muy especialmente, de su trascendental importancia en un futuro como es, por ejemplo, el de los traductores e intérpretes.
Muchos de vosotros estaréis de acuerdo conmigo en señalar que la enseñanza y el aprendizaje de una lengua extranjera suponen un proceso largo y lento que, aunque gratificante, requieren una importante inversión de esfuerzo y sacrificio. Un proceso en el que una serie de elementos y de variables interactúan complicando y dificultando no sólo su adquisición, sino también su transmisión.
De igual modo, la mayoría pensará, que en Traducción e Interpretación la enseñanza y el aprendizaje de segundas lenguas juegan un papel esencial. Constituyen el principio que nos va a permitir llegar al final de un trayecto cuya última parada es la de traducir e interpretar.
Ante esto, y muy relacionado con lo que se comentaba al principio de este artículo, surgen un número ilimitado de cuestiones que nos llevan a reflexionar sobre el tipo y la calidad de educación que diariamente recibimos en nuestras respectivas facultades de traducción en lo que a idiomas atañe. Se me ocurren algunas tales como: qué tiempo se ha de dedicar a la enseñanza de las lenguas B y C, qué contenidos deben ser tratados, qué recursos se precisan, qué niveles y requisitos se exigen al alumnado de nuevo ingreso etc.
En ningún momento pretendo dar respuesta a estas y otras muchas reflexiones que a mí o a cualquiera de vosotros nos puedan asaltar, pues para bien o para mal no las poseo. Mi única intención, en este artículo y en los venideros, es aportar datos e impresiones que, como alumna de la titulación, obtengo de mi propia experiencia e interés.
En la mayoría de los casos se realizarán comparativas entre los planes de estudios de las diversas facultades de Traducción e Interpretación del país, y en otros incluso se intentará relacionar y contrastar la carrera con titulaciones iguales o semejantes en Europa.
Para no dejaros con la miel en los labios me gustaría, antes de concluir, entrar un poco en materia y pediros que os detengáis un momento y reflexionéis sobre el tiempo que estipuláis necesario para adquirir y dominar una lengua que no sólo no es vuestra lengua materna, sino que además no es la hablada por los individuos de vuestra comunidad; es una lengua extranjera que, o bien adquirís en un contexto académico, o bien en el país del cual la lengua es originaria. Para ello, pensad en la cantidad de años que habéis dedicado al estudio de una segunda lengua, y el tiempo que le vais a dedicar en la titulación.
La mayoría de los planes de estudio de las universidades españolas dedican un mínimo de dos años al estudio de las lenguas B y C. Por lo general, 24 créditos divididos en niveles que habrá que ir superando para poder acceder a los inmediatamente superiores.
En otras universidades, como es el caso de
Aunque es cierto que la titulación da por sentado que los alumnos que acceden a ella deben poseer un conocimiento mínimo de la lengua B al menos, mi pregunta es: ¿a nadie se le ha ocurrido pensar que quizás el tiempo destinado no sea el suficiente? Y lo pregunto pensando muy especialmente en aquellas titulaciones que le dan a los idiomas una importancia valorada en sólo doce créditos. En fin, quizás sea porque al fin y al cabo aprender el idioma es solo una responsabilidad nuestra, de los alumnos, que tendremos que buscarnos las habichuelas para llegar a ser competentes en aquello que, en un futuro no muy lejano, será nuestra profesión.
Sobre esto se podría reflexionar y hablar largo y tendido, por ello, prefiero dejarlo ahora en vuestras manos. Por ahora, yo me despido y os veo en dos semanas.
Inmaculada Prieto
miércoles, 21 de febrero de 2007
Los idiomas en T&I: enseñanza-aprendizaje
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