jueves, 12 de julio de 2007

Mi vida sin mí: expectativas y resultados.

Terminó el curso. Hace ya bastante, la verdad, pero es de lo único de lo que se me ocurre hablar ahora que estoy de vacaciones. A todos nos ha pasado igual, por lo visto. Los últimos artículos de mis compañeros han tratado casi todos de cómo decirle adiós a las clases y cómo afrontar el verano. Yo voy a hacer lo mismo, haré también una especie de balance personalizado.
Cómo quizás ya sepáis, éste ha sido mi primer año de carrera, y también mi primer año en la universidad (bendita universidad) así que ya puedo hablar con derecho de lo que es realmente la carrera y la vida universitaria y compararlo con las expectativas que algún día tuve. Por supuesto todo lo que voy a decir es propio y particular, cada alumno que entra por primera vez en la universidad se imagina cosas diferentes. Los hay que se creen que la facultad va a ser en plan película americana: clases enormes en pendiente, profesores guays con coderas y fiestas orgiásticas; no era mi caso. La verdad, yo no me imaginaba el año pasado nada muy distinto a lo que he tenido. Me informé muy bien de la carrera, en parte en forotraduccion (PUBLICIDAD SUBLIMINAL), y sabía que no iba a consistir sólo en aprender lenguas (no es una Escuela de Idiomas) y que no era una licenciatura especialmente matadora. Sobre todo, lo que más esperaba de la Universidad, era encontrar a gente con la que me llevara bien. Tuve un grupo genial en Bachillerato y no quería que ese colegueo acabase. El cachondeo es lo mejor para mantener unida a una clase o un grupo. El cachondeo silencioso mejor (para que el profe no nos oiga). Esperaba también, por supuesto, que los profesores no fueran unos ogros ni las asignaturas imposibles de aprobar (aunque, como ya he dicho, ya había oído que no se trataba de una carrera agotadora); y tenía miedo del papeleo, de que se equivocaran en algo de la matrícula o de que por alguna razón no me convalidaran asignaturas de libre configuración.
Ahora que he hablado de mis antiguas expectativas, es la hora de compararlas con los resultados. Sí, realmente te enseñan poco de los idiomas, al menos en mi caso y sobre todo en la lengua B. Aunque claro, ¿qué van a enseñarnos? Sólo pueden hacernos leer textos para mejorar nuestra comprensión, que es lo que más importa en la Traducción. La verdad, creo que mi inglés ni ha mejorado, aunque esas cosas no se aprecian así como así. Cierto que me noto con más fluidez al hablar, pero quizás sea más bien gracias a Lost y House y Jericho y CSI y todo las series que me trago a lo largo de la semana. En cuanto a la Traducción propiamente dicha (es decir, asignaturas como Teoría y Práctica de la Traducción y Traducción General), dios, qué difícil es. Qué mal lo he pasado con algún trabajo, madre mía. Aún así todavía no me rindo, me sigue gustando la profesión. Las asignaturas de Lengua me han encantado. Yo me creía muy lista en esta materia, creía que ya no había nada que pudieran enseñarme, pero no, señores, hay vida en Lengua después del instituto: la X con barra existe. Con respecto a las otras asignaturas (¿había otras asignaturas?), prefiero no decir nada. En fin, como conclusión apuntaré que me ha resultado bastante fácil este año. Yo, en Bachillerato, estudiaba mucho más. Ahora soy una vaga, qué peligro, cómo el curso que viene se me presente difícil creo que no voy a saber retomar mi extinguida capacidad de estudio. Increíble que haya aprobado todo.
Por último, sólo cuatro puntos a destacar. Un buen aviso para los que entren en la Universidad el año que viene:
No me vuelvo a coger una asignatura difícil de libre configuración.
Vale, hago poco y apruebo, pero mi media es horrible.
¿Un 6,9 es un aprobado? Odio la universidad.
En la universidad, si te sientas en los peldaños de la amplia escalera de la entrada, los celadores NO TE DICEN NADA. Eso es la libertad, señores y señoras.

Dentro de unos pocos meses ya estaré en segundo. Supongo, por las asignaturas que tengo, que será muy parecido a primero. Estoy esperando a ver qué pasa en tercero, que parece más interesante.
Tened un buen verano. Yo no sé si me estoy haciendo vieja o rara, pero la idea de pasar tres meses sin hacer nada me pone enferma, por eso ahora tengo un trabajo y voy a clases.

Un saludo.

Irene Igualada Baeza

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por mi experiencia en la facultad de Granada, primero y segundo no tienen nada que ver con tercero y cuarto. Yo también pienso que primero es un paseo y que muchas clases recuerdan a un instituto, pero en fin, hay clases como Lengua española que son facilitas si se dan los contenidos que se tienen que dar (y no tanto rollo de fonética) y Lingüística te ayuda a produndizar en los entresijos del lenguaje.

Ahora bien, creo que nuestra carrera es de las más duras en cuanto a trabajo diario, al menos a partir de tercero. Precisamente creo que los mejores resultados los obtienen aquellos que son más trabajadores que los más inteligentes.

Eso sí, lo bonito es que se enseña una profesión. Es decir, cuando sales al mercado, si te has tomado suficientemente en serio los estudios, no tendrás grandes dificultades para adaptarte a tus tareas diarias, pues harás lo mismo que en la carrera pero con otros textos, programas y ritmo.

ECE dijo...

Hola!
Me ha gustado mucho leer cómo comparas la forma de estudiar en el instituto y la forma de estudiar en la carrera. ¿Te parece que puede tratarse de hacer un esfuerzo diferente, no de hacer menos esfuerzo en realidad? Creo que según se va avanzando en la carrera, como dice Pablo Muñoz, se va adquiriendo un hábito de trabajo diario y no aquello de pegarse las palizas de empollar en febrero y junio. Pero a mi me parece que eso es positivo, que lo que se aprende deprisa se olvida deprisa y lo que se aprende día a día, se retiene mejor... además, cuando se trata de algo práctico, probablemente no hay otra manera de hacerlo, no?
Saludos
ECE